jueves, 19 de noviembre de 2009
La mujer del velo
Pues bien, Ana como otras tantas, se enamoró locamente de él, de tal forma que cuando Luís perdió el interés en ella, Ana se suicidó por amor, por ese amor verdadero que creía haber vivido. No sin antes jurar que se lo llevaría con él para estar juntos en la eternidad. Dicen que el día de los muertos, Luís llevaba unas copas de más debido a que había tomado en un lugar de dudosa reputación, cuando de pronto vio en las sombras a una mujer de un cuerpo divino y de belleza sobrehumana, solo que en el rostro llevaba un velo negro en señal de luto. Luís quería acercarse a ella y ella se iba alejando más y más, hasta desaparecer... Todas la noches sucedía lo mismo. Él pensaba que iba a morir de amor. Y pasó una semana: fecha en la que su difunta amante suicida cumplía un año. Al pasar por el panteón de nuevo vio a la misma silueta de aquella bella mujer dentro del panteón pidiendo a gritos ayuda, y él, caballero, apresuró el paso en busca de la dama. Ana, al verlo dijo: - Gracias al cielo alguien me ha escuchado. El caballero le preguntó por qué estaba en el pateón y respondió: - Venía a ver a mi hermana, que hoy cumple un año de muerta. Un mal hombre la enamoró y ella se mató por él, ¿Qué crees que se merece? Por quedar bien con la hermosa dama contestó. - Merece ser enterrado vivo con la mujer a la que hizo sufrir, para que ella lo pueda amar. Y ella respondió. - Pues esto ha de pasar. Le agarró de la cintura y él, sumamente emocionado, le quitó el velo para verla... ¡¡¡Horror!!! La amante estaba allí, carcomida por los gusanos que se veían en su boca y ojos. Llo hundió sumergiéndole en la tierra, cumpliendo así su deseo.
El bosque de los suicidios
Una noche un hombre iba atravesando por un bosque, donde había ocurrido muchos casos de suicidio. El bosque era tan enorme que apenas se encontraban los restos. El hombre iba en coche, y con un poco de miedo, ya que conocía la fama que tenía ese bosque.
"Dios mío, no me extraña que vengan aquí a suicidarse, esto está más perdido que... eh, ¿qué es eso?"
Notó que había algo en la carretera y cuando estaba ya cerca vio que era una pareja tendida en el suelo. La chica no se movía pero el chico estaba haciendo señal pidiendo ayuda.
El hombre se bajó del coche y le preguntó: "¿Qué os ocurre, en un sitio como aquí?"
"...Vinimos a suicidarnos... Nosotros queríamos casarnos, pero nuestros padres no nos permitieron por eso vinimos aquí, pero estoy arrepentido, por favor llévanos a algún hospital..."
El hombre llevó al coche a la chica que no se movía y le ayudó al chico a subir. Corrió todo lo que podía hasta llegar a un hospital más cercano mientras oía la voz del chico..."¿Está lejos el hospital?...Por favor dese prisa..."
El coche llegó al hospital. "¡¡Socorro, por favor, hay dos que están muy grave!!" El hombre explicó todo lo que había pasado mientras sacaban a los dos de su coche. Parecía que el chico había perdido el conocimiento.
El hombre tuvo que esperar un buen rato hasta que salió el médico que examinaba a los dos. "Doctor, ¿cómo están? ¿Se salvará la vida?"
"Siéntese... Vamos a ver, según lo que explicó los encontró en el bosque, ¿verdad?" "Sí" "¿Hace cuánto tiempo?"
"Hará.. como una hora o un poco más..." "Y dice que habló con el chico." "Sí, la chica no estaba consciente pero el chico me explicó lo que pasó y todo el camino me estaba diciendo que corriera, que me diera prisa."
"Es que... es muy extraño... Los he examinado y los dos están muertos por lo menos desde hace 5 horas..."
El museo embrujado
El embrujamiento de esta construcción corría de boca en boca por la localidad extremeña, pero el rumor no fue un impedimento para que el matrimonio De la Torre, con sus dos hijos, José Luis y Ángel, se asentara en el edificio. Pero la maldición del museo árabe recobró toda su fuerza durante el mes de agosto de 1984, cuando José Luis y Ángel fueron protagonistas de un gran número de sucesos extraños. Los adolescentes pudieron ser testigos de toda una serie de episodios paranormales que siempre, al igual que antaño, comenzaban a la misma hora. Escuchábamos ruídos de pisadas, como si fueran de pies almohadillados. Más de una vez aquellas pisadas llegaban hasta la habitación donde me encontraba y se acercan a la colchoneta parándose a mi lado.
Recuerdo que una noche los sonidos fueron tan intensos que salimos a la calle llenos de temor –recordaban los testigos en sus declaraciones a diversos medios de comunicación en aquellas fechas-. Hay habitaciones en las que las puertas de los armarios se abrían y cerraban solas. Sentíamos escalofríos. Pasábamos muchísimo miedo. Nosotros –declararon los jóvenes- no teníamos ninguna explicación lógica, ni la tenemos ahora. Los incidentes alarmaron en un principio a los inquilinos del museo. Los prodigiosos lances no ocurrían solo de noche; pues por el día también se desarrollaban. “Hay una maceta en el patio, que rondará los ocho kilos de peso y que me la encontraba en el suelo casi todos lo días”, recordaba José Luis de la Torre.
Todo parece indicar según las leyendas populares, que allí hubo varios asesinatos en épocas pasadas y asocian estos hechos de sangre con todos los sucesos que acontecieron en esa casa. ¿Podría tener relación con alguna de las leyendas de la zona? Las leyendas que se narran sobre este lugar están marcadas por la muerte.